miércoles, 30 de diciembre de 2009

Con el propósito de dormir.

Las ansías estaban crecientes por la noche de mañana. Justo a las 12, pensaba el pordiosero empezar una nueva vida. Los propósitos estaban bien señalados, esas oraciones que repasaba en su cabeza una y otra vez, al siguiente año se añadirían a la realidad.

Entonces se preparo para dormir en el lugar habitual, mañana sería una nuevo día que con él trairía una década nueva. Su década, aunque probablemente la última, a su edad, él para sí mismo ya era bastante sabio. Sin embardo las ansías por el año siguiente no le permitieron dormir, consiguió una botella de licor, la embriaguez del momento le obligo a rendirse de cansancio.

Quizá el siguiente día no sabría del orden de sus propósitos, y el año empezaría con un vago sujeto a su botella de licor, injustamente le haría más viejo y la década entrante acabaría sin su presencia.

Por el momento, el dormía con el frío del invierno, mismo que no acaba con el fin de año.

Espinosa Zaragoza Mario.

domingo, 20 de diciembre de 2009

La máscara más cara

"Llenamos la apariencia física del ser que está ante nosotros con todas las nociones que respecto a él tenemos, y el aspecto total que de una persona nos formamos está integrado en su mayor parte por dichas razones."

Marcel Proust-En busca del tiempo perdido


Últimamente no había tenido ni un sólo cliente, la venta de máscaras en estas temporadas no es buena, apenas y da para mantenerse. Me sorprende que prefieran un gorro de santa de una bellísima máscara multicolor, para estas noches todos deberían comprarme una máscara que les diera porte, que les pusiera a destacar entre los demás.

Pero mi racha tenía que acabar, los niños ahora compran toda clase de máscaras de luchador, le quita seriedad a mi negocio exibir al rey mysterio ó a la parca, pero uno tiene que acoplarse a los demás. A parte, hace unos días vinó un hombre admirable, qué, valga la redundancia, sabe lo que se tiene que admirar. ¡Las máscaras!.

—Buenos días señor, hmm, busco una máscara, una de calidad, que me haga ver por arriba de los demás, porque esta noche buena quiero lucir perfecto —dijo ansioso el hombre, mientras miraba de lado a lado mi ordenada tienda— y enseñeme un diseño novedoso, soy muy exigente.

—Entonces platiqueme ¿A qué tipo de cena acudirá?— pregunte simulando seriedad.

—Cena normal, en esta ocasión toca estar con la familia, pero imagine la impresión de sorpresa al ver que yo, el serio, ahora llegó con una máscara; será el tema de la noche, pero claro, no olvide lo novedosa que tiene que ser.

—Miré, éstas son nuevas las hice yo mismo—y ponía sobre la mesa lo que un mes antes había adquirido—personalmente usaría las de color gris.

—Ahora que lo pienso, no entiendo lo novedoso, parece que en su mayoría no tienen forma, a parte mejor una que sólo cubra de la nariz para arriba, porque hablaré mucho de mi ocurrencia.

—Llevesé una máscara clásica, en blanco, sencillisima como todas las que tengo aquí, bueno hay muchos colores, pero le notó muy cerrado a experimentar.

—No, no,—insistía aún el hombre—claro que experimentaré, por eso es que estoy aquí, pero me gusta mi sonrisa, sólo quiero un antifaz, ha no, una máscara que cubra mis arrugas, pero recuerde que deje ver mi sonrisa y que no tengo colores muy folclóricos, eso es de gala.

—Cheque estas—y seguía sacando, y el cliente no se convencía.

En su mayoría, los clientes parecen confundidos sobre el tipo de máscara que quieren, y aunque esta era una ocasión anormal, el hombre se expresaba igual que todos, el resultado no varía jamás, sea quién sea, deciden pagar la máscara que realmente les gusta, lo que buscan a pesar de tantos rodeos.

—Gracias, sí, igual que pase bien noche buena—Le despide tras su larga estancia y lo que el categorizaba como "un gusto muy exigente".

Se había llevado las máscara más cara, sonreía con la paga en mis manos y reí todo el día por pensar en el mal gusto que en esencia tenía aquél hombre. Sobre la clientela, siguió igual que siempre.

Espinosa Zaragoza Mario.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Al primero que le salgan oídos

A quién corresponda...

En una biblioteca les parece imposible mantenerse en silencio, parece que tienen mucho que compartir con los libros.

Interrogales sobre algún libro, a ti, de ello, no tendrán nada que decirte.

Aman que los libros les escuchen, les falta escucharles a ellos.

Espinosa Zaragoza Mario.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Negación a partir del deseo

En la actualidad, parece ser que la incontable cantidad de ideas ante la pregunta que perturba por regla general a todos (con las variantes subjetivas, por supuesto); pero que a fin de cuentas es la misma esencia, la búsqueda de sentido a la vida.

El destino como valor de contenidos del preceder y devenir de la historicidad del sujeto, es lo que a continuación negaré, y anexaré la concepción del azar como la explicación ante el abstractismo de la dimensión del tiempo. Para ello, argumentaré a partir del deseo como posibilidad del sujeto (No tiene comprobación científica).

A la aspiración del sujeto a conseguir valores le conocemos como deseo. El deseo como postura universal del humano, le deja consiente de su libertad para decidir su desarrollo, a pesar de que no todo lo que se desea se materializa o adquiere (dependiendo la cualidades de la aspiración idealizada).

Sí el hombre afirma que el destino existe, se ve obligado a abstenerse de todos sus deseos, puesto que el desear sería una contradicción a la idea del destino como causante de todos los valores que se manifiesten en su existir.

En cambio, el deseo parece ser la manifestación clara de que estamos expuestos al azar, es decir al tiempo como una dimensión en que las acciones y cambios que tomen lugar en el espacio no están programadas. El sujeto entonces queda expuesto a sus acciones.

Quién este convencido de que el destino determinado es, que viva sin aspiraciones.

—Es obvio que estas ideas no fueron desarrolladas por mí, la influencia no es sutil, por lo que será fácil distinguir los autores que frecuento; digo lo anterior para permitir comentarios que sólo critiquen la redacción de mi autoría.—

Espinosa Zaragoza Mario.

martes, 15 de diciembre de 2009

Arriba de mí

"Todos estamos en las alcantarillas, pero algunos miramos a las estrellas".
Oscar Wilde.

A pesar de que el cielo de Guadalajara para nuestra vista se cubre de toda clase de gases, mientras dedique más de un segundo a impresionarme de la imagen, aún me permito declarar que la naturaleza, el universo, la condición atmósferica o cuál sea el nombre que se le de a la esencia de ese color, me gusta observarle como el único contacto con la inmensidad del universo. Inspira muchas expresiones artísitcas, estando concientes de la belleza del arte, finalmente queda rendirse frente a los valores estéticos del entorno.

Espinosa Zaragoza Mario.

El viejo y el violín

Para contar historias se bastarán las palabras de alguien. Pero la imagen que presencie la noche de ayer a provocado en mí una nostalgia que me motiva a escribir lo siguiente.

En una peluquería, de esas típicas que han sido sustituidas mayoritariamente por las estéticas en la actualidad; le hallé, era un viejo peluquero que aún pretenden mantener el negocio.

No me sorprendió el haberle visto solo, como de costumbre el negocio lucía miserable, no había cambio alguno desde la primera vez que le vi —y no hace menos de 5 años que le note—, pero en ésta ocasión no sintonizaba en su radio ninguna estación. No había voz alguna que llenase el lugar; esta vez los sonidos pertenecían a un violín, mismo que tocaba de manera errante. Supongo por la calidad y estilo que eran sólo ejercicios básicos.

Atraído por ese sonido más o menos melodioso, al instante la imagen causo en mí una sensación que segundos después categorice como nostalgia. No es increíble tener en escena a un anciano haciendo del violín notas totalmente agudas, y relacionarle casi de inmediato con el fin de su vida.

Porque en lo que corresponde a la percepción audiovisual, en ocasiones opto por construir mentalmente la historia del o los sujetos, a darle como un suceso irrelevante.

Así que, dispuesto, comparé por un periodo no muy largo, el arte con el oficio, y no fue difícil elegir al primero como un objeto de acción favorable para cualquier vida. Finalmente, en lo que corresponde a la causa de mi nostalgia, pensé en los oficios como una necesidad global, se pasa el tiempo sirviéndose de otros y a la vez, como aquél peluquero, siviendole a los demás. Pero en este caso no estime el uso del violín como un pasatiempo, para mí fue la expresión de un NO al desarrollo de un joven artista.

Y ahora, al pensar en ese viejo que cambio sus ordinarias tijeras por un elegante violín. Me interrogó <¿Habrá sido real la inspiración que yo imagine de él cuando niño?; y sí así fuese ¿Aún lo recordará, ó habre sido yo, quién impresionado por la escena, se apodero de esa memoria?>.

Después de la alucinación metafísica, asocie la música e imagen al proceso de creación de un cuento. Y eso sí lo puedo afirmar.

Espinosa Zaragoza Mario

domingo, 13 de diciembre de 2009

Mientras le pones dos de azúcar

Granos de café son extraídos desde el cafeto, y tostados para ser exibidos ante el comensal.

El café tiene un aroma grosero, perceptible para cualquier nariz e incluso algunos le huelen gustosos, saborean antes de siquiera haber dado un sorbo a la bebida.

Las cafeterías son lugares de estar que le vienen fabulosas a cualquier relación social, un ambiente cómodo y limpio, sumado al neutralizante olor del café son una combinación de éxito.

Entre una persona y otra, la conversación es el medio que les permite cambiar la indiferencia por una relación asociativa. Sencillamente un proceso recíproco en que uno habla y él otro escucha.

Comercialmente, el café tiene movimientos de amplitud mundial. En su mayoría es producido en América, por lo que es un factor importante en la economía de esos países.

Como bebida, le hallamos de varias maneras; cada cuál con un saborizante extra que le diferencia de los otros. Sin embargo para hallar al café como bebida sólo bastará con algo de agua caliente o leche. De los saborizantes que mencione, el más conocido será el azúcar.

No por nada, algunas veces vemos que a los locales donde se renta el uso de computadoras se les da el nombre de cyber café; después de todo la mayoría de la gente les usa para conversar.

Lo que hace del lenguaje algo indispensable para todos (dicho de una manera extremadamente general), es que a partir de su unidad simple, las palabras, nos permitimos expresar toda clase de cuentos. Por eso el acto de conversar.

También, el café es energía y junto a su acompañante universal, el azúcar. Genera calorías que permiten inhibir el sueño y favorecer al aumento en el calor corporal.

Y a sido tanta la aceptación de los comensales que podemos hallarle en productos como licores, dulces, nieves y repostería en general. No sólo se muele para presentarse en una taza.

Aunque la vista, el tacto y la nariz son sentidos de valor en una conversación, lo esencial es no carecer de oídos y saber expresarse mediante el habla, es ello lo que la constituye en sí.

Morder un grano de café a secas es una sensación desagradable para el gusto, y en una conversación escuchar oraciones crudas que generan una verdad incómoda deja dos asientos vacíos en una cafetería. Ninguna taza de café puede amenizar tal situación.

Espinosa Zaragoza Mario

¿Qué digo del egocentrismo?

Etimológicamente egocentrismo es un yo al centro (entiendase esto como una figura metafísica y no espacial). La mayoría entiende el egocentrismo como aquellos que denigran a las personas o les presumen lo que no pueden alcanzar; ¿Será el egocentrismo una errónea representación del yo?.

En lo que corresponde a la expresión, parece ser que el egocentrismo en esencia, es una cualidad que debe estar impresa en cada texto que escribamos, incluso —y por englobar todos los textos— es raro encontrar una expresión en plural dentro de personajes del autor.

Tras un momento de observación dirigida al entorno, me doy cuenta que también todos nos expresamos como un: YO (dejando de lado todas aquellas manifestaciones que vemos en el centro de nuestra ciudad, puesto que no corresponde desarrollar ese tema en este post); la finalidad de la mayoría de las acciones se manifiesta en forma grupal durante el desarrollo, pero generalizando las conclusiones obtenemos la particularidad.

Si me interrogo: ¿Cómo es que reconozco a un egocéntrico en la sociedad? Sólo yo tengo la respuesta.

Espinosa Zaragoza Mario

jueves, 10 de diciembre de 2009

Para ver a Nada.

"La nada, Carmen tiene razón, si existe. Somos ella y yo en esta ciudad, juntos, atados porque carecemos de todo; nos falta aire y luz, arcoiris, alegría. Porque estamos hechos de polvo, de humo gris, de rabia silenciosa que desaparece. Nada."
Manera insólita de sobrevivir-Cristina Rivera Garza.


...Don Nadie y Nada, habían decidido estar juntos. En su enmudecida historia, el silencio era absoluto, y a su vez ninguno sabía algo del otro.

Por eso mantenían una tranquila relación; sin embargo se sentían vacíos. Nada no podía ver y por su parte Don Nadie parecía nunca estar.

Soledad, compañera de Nada —con quién mantenía contacto por lo general—, le reclamaba por la ausencia de Don Nadie. Ella, Soledad, era experta en hablar consigo misma para dar solución a los problemas, pero al dirigirse a Nada; era como si sus palabras se alejarán, sin recibir respuesta, ó —como ella lo suponía, porque le gustaba bastante pensar— Nada carecía de oídos.

Por otra parte, de Don Nadie se hablaba demasiado, pero ¿Acaso alguién podía verle?. Parecía entonces que Don Nadie es sólo imaginación. Solo, era el único adjetivo que respondían jóvenes y viejos al preguntarles por una seña que lo hiciere identificable.

Incluso, hasta estos días me cuestiono, y pienso que dentro de esa nulidad indescriptible para nosotros, alguna vez observaremos algun abrazo, un cariño —o sí lo permitiesen—, una platica entre Nada y Don Nadie.

No es difícil pensar que Nada, de la que tanto hablan los que mucho saben, y Don Nadie, que citan el mismo número de veces la gente en las calles; puedan compartir lo mucho que saben del ambiente al que parecen pertenecer.

Pero todo ello inexiste; lo que yo imagine sobre esos dos, por supuesto. Hay infinitas probabilidades de todo lo que pudieran pasar juntos.

"...Don Nadie imaginó que Nada era oscura..."
"...Nada y Don Nadie habían decidido estar juntos..."
"...Nada destrozo a Don Nadie..."
"...En ausencia de Don Nadie; Nada decidió..."
"...Se quedaron sin palabras, aquellos dos, mientras que..."

No hay años, ni segundos; ni siglos, ni minutos; ni milenios, ni horas en punto para ellos. Si no hay camára que los retrate, ni micrófono que los grabe; no creo que halla reloj que los mida. Por lo tanto, pareciese que el tiempo, no es quién les escribe.

Espinosa Zaragoza Mario.

De la soledad al silencio

No hay palabra que inspire más el momento en que yo escribo; que la palabra soledad. Evidentemente cada vez que redacto en un cuaderno, lo hago sin la participación de ninguno. No significa que no necesite a nadie para expresar las ideas, la inspiración siempre requiere de algo o de alguien; sin embargo, a la hora de escribir no hay nada que personifique más el instante que el aislamiento.

Es raro escuchar en el entorno palabras como solipsismo o singularidad, cuyo significado coincide en el valor dado al sujeto: a lo que piense y haga. Opino que se han dejado de usar estas palabras, por la constante acción inversa a estas ideas, el sobreponer el valor de lo que piensen y hagan los otros. Si bien es importante la trascendencia frente a los demás, siendo una necesidad inexorable como sujeto, primero es esencial saber expresarse individualmente.

Frente a la inevitable situación del vertiginoso crecimiento social, ocasionalmente dedico un periodo al estado del que hablo. No necesariamente lo entiendo como un elogio a la pretensión de no necesitar de nadie o como una garantía de que el hermetismo me hará brillante. Pero si el silencio hace a la serenidad, y la soledad la mayoría de las veces provoca el silencio. Entonces gustoso aprovecho la expresión silenciosa. La capacidad de escribir.

En el habla también existen los silencios; esas pausas que hacemos para permitir la reflexión del receptor o simplemente por la vital necesidad de darnos un respiro. Ahora bien, el ausentarnos de las voces ajenas y a su vez de la propia, que tenemos al alcance cuando escribimos es incomparable, por eso es que de esta forma los pensamientos se complementan, extienden y clarifican entre intervalos y tachones. No olvidemos que para escribir sólo hace falta una idea.

Espinosa Zaragoza Mario.