Las ansías estaban crecientes por la noche de mañana. Justo a las 12, pensaba el pordiosero empezar una nueva vida. Los propósitos estaban bien señalados, esas oraciones que repasaba en su cabeza una y otra vez, al siguiente año se añadirían a la realidad.
Entonces se preparo para dormir en el lugar habitual, mañana sería una nuevo día que con él trairía una década nueva. Su década, aunque probablemente la última, a su edad, él para sí mismo ya era bastante sabio. Sin embardo las ansías por el año siguiente no le permitieron dormir, consiguió una botella de licor, la embriaguez del momento le obligo a rendirse de cansancio.
Quizá el siguiente día no sabría del orden de sus propósitos, y el año empezaría con un vago sujeto a su botella de licor, injustamente le haría más viejo y la década entrante acabaría sin su presencia.
Por el momento, el dormía con el frío del invierno, mismo que no acaba con el fin de año.
Entonces se preparo para dormir en el lugar habitual, mañana sería una nuevo día que con él trairía una década nueva. Su década, aunque probablemente la última, a su edad, él para sí mismo ya era bastante sabio. Sin embardo las ansías por el año siguiente no le permitieron dormir, consiguió una botella de licor, la embriaguez del momento le obligo a rendirse de cansancio.
Quizá el siguiente día no sabría del orden de sus propósitos, y el año empezaría con un vago sujeto a su botella de licor, injustamente le haría más viejo y la década entrante acabaría sin su presencia.
Por el momento, el dormía con el frío del invierno, mismo que no acaba con el fin de año.
Espinosa Zaragoza Mario.